En este contexto, emplear una palabra de origen náhuat para denominar su colectivo es un acto de resistencia. La colectiva de mujeres Kawoq quiere rendir homenaje a la cosmovisión maya, y hace referencia a los nahuals o “signos de los días”. En concreto, significa el crecimiento, la fertilidad, la energía por la abundancia tanto material como espiritual. La energía que lleva la lluvia para dar buenas cosechas. Para este grupo feminista, Kawoq compila el trabajo de la naturaleza, de las mujeres, de las ancestras y comunitario. Puede parecer un acto de rebelión simbólico, pero en un país que sólo este año ya suma 120 feminicidios, exponerse a luchar públicamente no es fácil.
Más todavía si quienes lo hacen son las mujeres rurales de una zona como Apopa, conocida por la intensidad en presencia y violencia de “los números”, de las pandillas Barrio-18 y el MS-13. Pero para las mujeres de Kawoq las filas enemigas no se reducen a cuerpos de adolescentes tatuados: el verdadero enemigo a tumbar es el sistema capitalista globalizado que permite a las transnacionales apropiarse de los territorios.
“Nosotras somos mujeres violentadas, criminalizadas y desacreditadas. Esto hace que las mujeres líderesas no podamos andar tranquilas, por todo lo que implica luchar por nuestros derechos”, señala Sara García. Es miembro del colectivo feminista y acumula muchos años de lucha y de exposición, principalmente para defender los bienes comunes de las zarpas extractivistas. García denuncia que en El Salvador se priorizan los bienes financieros por ante el bienestar de la población. “Nos han vendido la idea que habrá desarrollo. Al final la gente no entiende que el desarrollo es para las empresas. Se da un expolio de los bienes naturales, una expropiación de las tierras… Y se genera una división de las comunidades y de los liderazgos”, denuncia, además de la persecución y criminalización de las personas que defienden el derecho humano a los bienes naturales. Como el agua.